El clickbait nos manipula, nos distrae y nos impide acceder a información significativa que realmente nos ayude a comprender los temas de fondo.
No me gusta leer noticias. De hecho, suelo evitarlas lo más posible. Los titulares suelen ser tan vacíos, sensacionalistas y polarizantes que me dan náuseas. El mismo ciclo todos los días: “El presidente dice esto, los opositores responden aquello, y la corrupción nunca acaba”. Pero hay una parte de mí que va en contra de este disgusto: esa parte que insiste en que la verdad importa. Esa parte que me dice que si no leo las noticias, si no me informo, entonces estoy permitiendo que otros, que no tienen mis intereses en mente, me digan qué debo pensar.
Y es que aquí, en México, la historia de Manufacturing Consent (un libro muy recomendado para quienes no lo han leído aún) no es algo lejano o teórico. La vivimos a diario, y mucho más cerca de lo que creemos. Los medios de comunicación, muchas veces más enfocados en la agenda política o económica de los grandes poderes, nos sirven una versión filtrada de la realidad que, al final, solo busca que aceptemos su narrativa. De forma directa o indirecta, se encargan de que el consenso siempre se incline hacia donde más les conviene. Y nosotros, como sociedad, caemos en ese juego, porque no tenemos el tiempo ni las herramientas para hacer el trabajo de investigar más allá del titular.
Lo que pasa es que en México, muchos se conforman con leer los encabezados, con consumir información a medias, con quedarse en la superficie. Nos tragamos lo que nos venden y, lo peor, lo repetimos sin cuestionar. Pero aquí es donde entra esa parte de mí que no puede ignorarlo: ¿cómo voy a aceptar que alguien más controle mi percepción de lo que está pasando? ¿Cómo voy a dejar que los medios, con sus sesgos y agendas, fabriquen mi consenso sin ni siquiera darme cuenta?
La solución está en no quedarnos con lo primero que leemos. No basta con ver la noticia a medias, ni con aceptar la versión oficial sin cuestionarla. Hay que leer más, investigar, buscar diversas fuentes, hablar con otros, incluso leer más allá de las líneas entre los medios. La información está disponible para todos, pero solo si somos conscientes de cómo nos manipulan, podemos tomar decisiones realmente informadas. No me gusta leer noticias, es cierto. Pero, al final, la búsqueda de la verdad pesa más que mi desgano. Y si no lo hago, si no me informo, entonces soy parte del pinche problema. Así que, aunque me cueste, seguiré buscando, porque al final, saber la verdad, aunque duela, es lo único que vale la pena.
Noticias que me llamaron la atención el día de hoy:
Ni una. Porque todo es lo pinches mismo.